sábado, 9 de septiembre de 2006

Que llueva, que llueva...

Hace poco más de una hora las fuerzas vivas de esta región, los murcianos de corazón y sentimiento, los auténticos, los de verdad... esos murcianos, digo, pedían, rogaban a la virgen que lloviera, que acabara con la sequía y, de paso, con Zapatero y todos aquellos acólitos que, en su línea, nos niegan el pan y la sal encarnada en agua, agua dulce... para que no se les agote el modelo de crecimiento basado en la especulación y la venta de los recursos de todos en beneficio de unos pocos. Para que no se les agote el modelo y para que no se les note. La campaña Agua para todos es todo el bagage en política hidráulica del gobierno de Ramón Luis Valcárcel. En once años no ha traido una solo gota de agua. Sólo promesas vanas, sólo palabras vacías... y un trasvase, o dos. Uno el de incomprensión y enfrentamiento ante todas, el resto de comunidades autónomas, excepto la valenciana, tan pedigüeña y empecinada en el mismo modelo de enriquecimiento rápido, indiscreto e indisimulado con abuso sobre los recursos de todos. El segundo trasvase en esa colusión entre lo público y lo privado nadie explica esa ganga del piso del presidente en plena Gran Vía, nadie explica los negocios de su hermano, ni los del responsable, hasta hace bien poco, de listas electorales (en realidad el segundo de a bordo del PP) y teniente de alcalde de Murcia con todos o casi todos los empresarios de la construcción que han sido beneficiados por esta administración regional. Hasta cobran, y mucho, por gestionar la televisión pública regional donde está asegurado el mensaje manipulado, así como la información tergiversada.

Hora y media despues sigue sin llover, algún día lo hará, todos los años algún día llueve, incluso varios. Dirán que es gracias a la intercesión divina. Mientras tanto el agua sigue saliendo por los grifos y no es precisamente gracias a los rezos sino a nuestros impuestos y al trabajo y dedicación de aquellos que no empeñan en el cielo sus errores y cumplen con su compromiso con los ciudadanos en el peor periodo de sequía que se recuerda. Ladran, luego cabalgamos.

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