Mientras se reduce la fiscalidad a quienes más tienen con el consiguiente descenso de las arcas autonómicas y, por tanto, la menor disponibilidad de recursos económicos para invertir en, por ejemplo, nuevos y mejores hospitales de titularidad pública, aumenta el gasto, y la diferencia con lo que percibimos, por la atención sanitaria a turistas extranjeros y de otras comunidades.
Es que el negocio es redondo para los murcianos, mientras unos pocos se enriquecen, los más padecemos unos servicios públicos cada vez de peor calidad.
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